jueves, 17 de junio de 2010

¿PODRÍA APAGAR ESE MALDITO ALTAVOZ,PARA ATENDERME COMO ES DEBIDO, POR FAVOR?



¿Qué pensaría usted de un profesor que tuviera la radio puesta con música mientras da sus clases?. Obviamente, que no tiene interés real en lo que explica, ni respeto por sus alumnos. Estos tendrían que realizar un absurdo esfuerzo adicional de su cerebro para entender las explicaciones. Verían muy mermadas sus capacidades de comprensión, de razonamiento, de memoria. Quizás los alumnos faltos de interés preferirían la radio puesta. Pero los que quisieran hacer lo que habrían ido a hacer allí, aprender, se verían atacados en su derecho a hacerlo. Obviamente, es absurda la música ambiente en un aula. Como lo es en una sala de juicios, en la reunión de un consejo de administración, o en un debate del Parlamento. Podemos pensar que la razón es que son "asuntos serios".
¿Por qué tenemos entonces que soportar altavoces sobre nuestras cabezas en un banco, mientras nos explican las condiciones de una hipoteca? ¿O en una tienda de teléfonos móviles mientras nos proponen un nuevo tipo de contrato? ¿O en cualquier comercio, mientras nos informan acerca de alternativas de compra?. ¿No son asuntos "serios"?.
Cualquier persona tiene derecho a que nadie merme caprichosamente su capacidad de pensar. Y a atribuirle a todos sus actos el grado de importancia y seriedad que le dé la gana, como un aspecto más de su libertad personal. Si alguien quiere tomarse en serio,por ejemplo, la compra del supermercado, razonar lo mejor posible sus elecciones de compra o calcular mentalmente sus cuentas, tiene todo el derecho a hacerlo sin que unos altavoces situados en el techo entorpezcan sus pensamientos o traten de influir en sus decisiones. Esos altavoces, de los que los consumidores no disponen del botón que los apaga, obligan al consumo alienante de un producto (la música) que no iba a buscarse. Son una falta de respeto y un ataque a la libertad de elección de las personas.

martes, 15 de junio de 2010

ROPA Y MÚSICA IMPUESTAS:UNA COMPARACIÓN


El que nos obliguen a soportar música ambiental en los locales comerciales puede ser comparado con una hipotética obligación a entrar en esos establecimientos vestidos de ciertos colores concretos. Como es natural, no aceptaría esa imposición. Incluso aunque casualmente fuera lo que le apeteciese vestir, porque no estaría dispuesto a hacerlo obligadamente. Imagine que al resto de las personas no les importase someterse, y le comentasen:
- ¡Pero si esos colores son muy bonitos! No entiendo como pueden molestarle.¡Aburrido!
- Esos colores no le hacen daño ninguno. Y además, alegran el ánimo.
Usted les contestaría posiblemente que los colores le gustan, pero que usted los viste cuando le da la gana. En realidad, es usted muy libre incluso de que no le gusten. También les diría que lo que usted va a hacer al supermercado es a comprar lo que necesita, y que no entiende por qué su entrada tiene que estar supeditada a ir vestido con unos determinados colores. ¿Tendrían derecho a decirle: "Si no se viste así, no entre a comprar aquí"?.

Al comprar en establecimientos comerciales, le OBLIGAN a escuchar música. Esa música "viste", mejor dicho, "interviene" su pensamiento al margen de su voluntad. Y usted no está obligado a que le guste. Y, aunque le guste, tiene derecho a escoger el momento y el lugar para escucharla, y de la clase que quiera oírla. Incluso aunque le apeteciese escucharla en ese preciso momento no debería aceptarla, por ser una imposición. No acepte argumentos como que "la música es muy bonita", "¡aburrido!", "la música alegra el ánimo","no le hace ningún daño". En realidad, ninguna de esas cosas tiene por qué ser cierta, y en todo caso no son razones para IMPONER la música como de hecho se hace.
¿Tienen derecho a decirle "Si no quiere oír la música, no entre"?. EL mismo derecho a impedirle que entre si no es con ropa de determinados colores. Ninguno. Usted va a comprar lo que necesita, y va a pagarlo. No va a escuchar música, ni tiene por qué apetecerle hacerlo, ni tiene por qué hacerlo. El mero hecho de que la propongan como una obligación, es un atentado a la dignidad de las personas. Del mismo modo que lo sería si le obligasen a marcarse unos pasos de baile mientras compra. La función de las piernas es caminar. Bailar es una actividad "cultural" que uno puede hacer a su elección voluntariamente. De la misma manera, el oido es para adquirir información sobre el entorno. La función "cultural" de escuchar música no puede aceptarse de forma impuesta.